Bendita costumbre de acostumbrarme…
De dar siempre el paso siguiente…y el otro..y el otro.
Y descansar en la orilla del camino de ahuehuetes y de escombros….
Y despertar el verano siguiente…con las mismas ganas de seguirte amando.
Después de un minuto la costumbre se hace costumbre…
Como caminar descalzo y esperar que salga el sol en el poniente…
O como divisar el hombro del gigante…en que se convirtió el dolor...
Y se hizo complaciente.
Tarde o temprano llegan las tarde del desierto y sus visiones…
Antes incluso de que puedan asomarse los ojos de mi amada y sus temores.
Y se vuelve una cosa cotidiana esto de amar y ser amado…sin rencores.
Este incierto pero ciertamente solidario compas…que viene y va..con sus amores
Por eso bendigo la costumbre del amor, que nos separa del dolor de las verdades.
Y nos hace entrelazar lo simple y lo sencillo, con el duro amanecer de los un dia creimos,
En el amor, en la verdad, en la esperanza…y en los Dioses.
Bendita tu y mi maldita costumbre de acostumbrarme….
A tu cuerpo, a tus ojos, a tu alma, olvido…y tus dones…
Los que me hacen disfrazar el viento de huracán, y me contemplan en ciclones….
Y que vuelven a encender el mal de amores en mi alma de lirio perfumado…
Para luego descansar en mi aposento, con su olor, con su olvido…y sus perdones.
Baldra Torres
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