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Mostrando las entradas de mayo, 2013

DE MI MADRE…

Pareciera que en los ojos de mi madre se instaló la primavera… Como un árbol recién plantado, sus hojas verdes florecen… Quien pudiera a los ochenta, seguir cantando como ella lo hace., Y aprender a mirar con desdén desde su trono… De la infamia y la inconstancia… Y no ufanarse… Sé que tiemblan sus manos y sus ojos de recuerdos., Años pasan y ella sigue acumulando aire de Diosa, Esos vagos, pasajeros momentos en que vuelve a sus memorias., Los tiempos que marcaron sus esperanzas rotas. Música en sus oídos los ruidos de la vida y sus encantos… Sabia de ayer, de siempre, me mira y me sabe enamorada de sus manos… Ella puede  darle a mi mundo ese aire de cósmico y lejano., Certeza, libertad , pericia, sentenciada a vivir bajo su falda. Mama nació de la tierra y sus abismos, de la laguna sus ojos, Sus manos de maíz, y su cuerpo de montaña enamorada de su origen. Cada uno de sus pasos… Cada paso… Es un tiempo sin recelo, sin la prisa de llegar, o

VEINTE ANOS DESPUES…

Lo sé, es una advertencia… Ella cerró los ojos y yo la puerta., Después volvimos a encontrarnos. Veinte años después. Y yo seguía enamorada de mi misma. Y ella del cuento de Wendy… La maldita Wendy de Serrano. Pero es que dos décadas son un suspiro! Me repito cada dos segundos Desde entonces. La moraleja es simple… Uno nace con el estigma del amor, Y jamás se deshace de él, Aunque cambie de  cuento, Aunque vuelva a leer a Borges, Aunque se quite la venda de los ojos… Aunque resista a ser izquierdista, Chavista, comunista… O senador de la república. Uno nace con el sello en la derecha: El amor no es un recuerdo… El amor es la memoria. Baldra Torres ©Copyright

DESFILE DE MORTALES

Pasaron de lado… Tuertos, defecados de su angustia, Torturados por el espasmo, Pasivos insolutos…aglutinados, Todos ellos, todos… Esperando que llueva mana del cielo. Terriblemente acomodados, Presos de sí mismos, No queriendo voltear a ningún lado… Pájaros sin alas, roedores del queso, Que el más fuerte les coloca como trampa. Que penosa humanidad arrastran! Me conmueve su apesadumbrada memoria, Su orgulloso pasado lleno de escombros, De dioses revelados, pero muertos… De guerreros de paz, y asesinados, De oro que cambiaron por palabra de ángel. Y que siguen vendiendo para calmar su sed… De más sed, de más hambre… Aquí los vi pasar, desde el agujero mío, Desde mi cueva protectora, desde mi propio abismo. Les escuche contar  la misma historia. La aprendida desde hace algunos siglos., Me quise unir a su concierto, A la repetida y constante evolución del miedo… Pero ellos no reconocieron mi rostro parecido al de ellos. Me quede